jueves, 13 de octubre de 2011

Cambié mi Ipod por un Walkman


Scott Cambel de 13 años, cuenta su experiencia con el Walkman que cumplió en esta década 30 años de existencia. Con la candidez de quien estudia un objeto novedoso, este chico inglés se da a la tarea de describir el aparato con el cual su padre y muchas y muchos adultos treintaañeros tuvimos contacto con la música de una forma más personalizada en los años ochenta del siglo pasado en el reportaje "Cambié mi ipod por un Walkman"

Pinche y Bijker en su artículo "La construcción social de hechos y artefactos: O cómo la sociología de la ciencia y la sociología de la tecnología pueden beneficiarse mutuamente" hacen referencia a la tendencia a la linealidad y a una lógica temporal "hacia adelante" en los estudios sobre tecnología que le dan un carácter particular a este reportaje al lanzar una mirada en retrospectiva.

El lenguaje utilizado, la forma de describir las características del objeto dan luz sobre una dimensión particular de la experiencia humana con la tecnología.

Scott señala : "La función es lo que más importa. Para reproducir la música se apriete un botón grande. El aparato entra en operación haciendo un gran ruido, al contrario que el iPod, que se activa con sólo la yema del dedo"

Y es en estos momentos que, para quienes crecieron en los ochentas y conocieron la televisión en blanco y negro, se pone en evidencia palpable el cambio en el modo de percibir, valorar y experimentar la vida y la tecnología para las nuevas generaciones.

El juego de la mirada en retrospectiva podría ser una experiencia digna de ser explotada por la investigación desde la sociología de la ciencia y la tecnología. :)

1 comentario:

  1. A mí siempre me ha llamado mucho la atención los discos de acetato, porque la dínamica es bastante parecida con la de los walkman, y es que no podés cambiar de canción tan fácilmente, como en los digitales iPods. Puede ser incómodo, a ratos. Pero justamente es esa experiencia lo que lo hace más chiva, más humano, requiere todo un ritual de sacar el disco de la cajita, ponerlo con cuidado en el tocadiscos y ajustar la punta. Y oír todo un álbum entero, sacar el tiempo para hacerlo. Desconcetarse de la vida tan acelerada que vivimos hoy en día. Y aún mejor si es un buen grupo, como Pink Floyd, y disfrutar del álbum entero, de cada una de sus canciones. Eso si, si fuera oir un disco de Lady Gaga, ahí cambia la cosa...

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